3.12.14

La visión de un pasaje

por tamara e costa


Lunes era mi administrador financiero. Muy atento y apegado a los cálculos, estaba lleno de recursos y por demás bien informado. El tipo de gente que, para sentirse útil y necesaria, puede asumir responsabilidades y números que no cualquiera sea capaz de suportar. Estilo sobrio, confiable, nunca vuelve atrás con lo que dice. Nos encontrábamos siempre los jueves en el Café Nervioso Central.

Antes de iniciar el negocio, él contaba mis billetes y una extraordinaria historia mas sobre su mujer, la linda Luci. La apertura de cada fajo, venía acompañada con un capítulo más de su novela, La Increíble Luci, la cual culminaba siempre con el mismo interrogante: por qué resultan tan fantásticas? Yo, incómodo, sin mucha compasión, consentía sus palabras pero no sentía nada en absoluto. Mi trato con él era el cambio, dinero fluente de distintos valores y nada más.

En términos sociales, había poco entre nosotros, casi nada. Nos encontrábamos sólo una vez por mes, preferentemente durante la mañana, siempre en el mismo lugar, al lado izquierdo de la puerta. Yo con promisorias, el con cumplimientos. Mientras lo esperaba sentado, disfrutaba puntualmente mi trago preferido, “Casamiento de Riesgo” o te con ron. Pensaba qué ordinarios eran nuestros problemas, qué cobardes eran nuestras razones, qué irrelevante era nuestra red de negocios. Estábamos unidos por la posibilidad de lucro tangible muy frío. Yo ganancia y provecho, el rostro de dinero y trama familiar.

Algunos se dedican a cosas no tan reales, ustedes tienen que saber. Yo, por ejemplo, aquí perdiendo el tiempo narrando sobre chismes de negocios. Triste, pero necesario. Cosas como nacer y morir, y entretanto por ambición llegar a la cima de la montaña.

Lunes tenia un persistente delirio de ir a la cama con la Imposible Luci. Noches tibias, salía solito mirando hacia arriba. Por la calle Libertinaje, se podía escuchar el sonar bailarín de las monedas en su bolsillo. Las señoritas friolentas se le aproximaban. El sabía lo que le esperaba: nunca podía juntarse con ellas. Cuando estaba muy próximo de otro cuerpo, y obtenía tenia repentinamente una visión insólita: padecía contra sí mismo una “vengativa”. Su alma estaba perpetuamente tendiente a Luci y al cálculo, sólo eso. Volvía entonces por la calle Seca contando los huequitos abiertos en la senda por las piedras que ruedan y  canalizan su pasaje.

Era primer jueves del 2013, el año de la Puerta Galática. Lunes llegó al Café Nervioso con un turbante de gasa. Muchas cosas extrañas estaban sucediendo por la ciudad, bombardeos, cámaras, fuerzas policiales e noticias superficiales.  Me entero de todo por periódicos, papeles impresos. No tengo televisión, no tengo cables. Prefiero las fotos. Me gustan más los cuadros estáticos que las imágenes en movimiento. Son más tranquilizantes y se puede estar algunos minutos observándolos, resultan menos agresivos. No miro noticias porque en América Total esto es inútil, nunca se puede obtenerlas. 

Cuando pensaba en esto o en aquello, Lunes desapareció, dejándome en la mesa una foto de una Arveja Solitaria. Yo, con comodidad y toda la compasión posible, consentí finalmente su mensaje y deseé obtener más de él.

Quedé allí sentado, mirando a la gente pasar e imaginando que Lunes llegaría a su casa, de inmediato se dirigiría a la habitación. Junto a la cama, una mesita de noche lo esperaría. Él, derrotado se apoyaría suavemente y dormiría. Con los ojos cerrados, su cabeza y bolsillos vacíos, atravesaría así hasta el otro lado, donde Luci lo espera al final del día con el tamaño de una arveja.



*Gracias a Emiliano De Bernardi pela ajuda com a traducción.

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